El otro día me acordé de una noticia que ví hace ya unos meses en la tele.
Resulta que las autoridades sanitarias han declarado que el atún y el emperador que se captura contiene un alto índice de mercurio, muy dañino para cualquier ser vivo. Ya se recomendaba a los niños y mujeres embarazadas que no lo tomaran, pero claro, por lo visto ahora es mucho más perjudicial. El tema está en que los periodistas preguntaban a las mujeres en el mercado que si seguirían comprando y comiendo estos peces a pesar del aviso de las autoridades sanitarias de que puede ser muy perjudicial; algunas mujeres decían, “bueno pues habrá que tomar menos” y otras “no voy a comprarlo, prefiero cambiar de pescado”, hasta aquí todo bien, me eché las manos a la cabeza cuando escuché a una de las entrevistadas, con una soberbia que le salía por los ojos, las orejas y cada poro de la piel “que no se piensen que yo voy a cambiar ahora de pescado, de eso nada, a mí no me van a prohibir comer atún y emperador!!”. Madre del amor hermoso, como si fuera una ofensa personal. Como seres humanos tenemos muchos defectos y uno, y muy grande, por cierto, es el apego a ciertas comidas, hasta casi identificarte tú mismo con lo que comes. A esta señora la el simple hecho de quitarle de su lista de la compra el pescado que tanto le gusta le afectó tanto que se lo tomó como si le pegaran una bofetada a su identidad, a su conciencia. Terrible. No podemos dejarnos llevar por nuestros gustos alimenticios y menos si nos confirman que tienen veneno en su interior.
Antes de que te afecte tanto párate a pensar:
¿tengo que comer esto?
¿es estrictamente necesario?
¿puedo sustituirlo?
¿qué pasaría si cambio la receta o simplemente la anulo?
Tú no eres lo que comes, aunque puedes llegar a serlo, (así que evítalo).
Tú no eres tu entorno, aunque puedes llegar a serlo si no pones atención, si no meditas ni te preparas mentalmente para que no te salpiquen los problemas de otros. Inténtalo, no te va a pasar nada malo, seguro, pero párate unos minutos al día a pensar en tí, en tu interior, a ordenarlo y escucharlo.
Gracias por vuestro tiempo.
Hola Antonio,
ResponderEliminarLa verdad es que parece ser que lo que pensamos, nuestro día a día, nuestros recuerdos determinan el "quién somos". No solemos tener en cuenta que nosotros mismos, nuestras células, no son las mismas que hace un mes. Todo se va renovando y nuestro cuerpo también, lo único que queda intacto, si no le ponemos remedio, es nuestra consciencia y propiacepción.
Lo mismo ocurre con los grupos con los que nos identificamos. Yo soy de izquierdas o de derechas o del Barça o del Madrid y cuando estos parece que hacen cosas que nunca antes habían hecho pues no nos suele gustar y en ocasiones preferimos salirnos de la identificación. Pero sin tener en cuenta que esos "conceptos" se deben de modernizar.
Por lo tanto somos propensos a estar en desacuerdo con cualquier cambio que en un principio nos desequilibre. "No va a venir nadie que me cambie porque él quiera", sin saber que cambiamos en el día a día.
Lo más sencillo para esto es la flexibilidad mental, no nos ha de importar cambiar y probar cosas nuevas. No vamos a dejar de ser uno mismo por hacer cosas que nunca antes se han hecho. De esta forma vamos evolucionando y nos vamos ADAPTANDO.
Bueno, espero haber dejado casi claro mi punto de vista y lo importante de la adaptación, sobre todo para los tiempos que nos va a tocar vivir.
Un abrazo a tod@s, Sat Nam.
Hola Raúl
ResponderEliminarme ha encantado lo de la flexibilidad mental, es justo lo que nos hace falta para los nuevos tiempos. Y por lo de hacer cosas que nunca antes has hecho tengo que decir que algo tan fácil como enfrentarte a algo a lo que temes, aunque sea por un rato cada día, te puede ahorrar muchos problemas en el futuro. Es un consejo que escuché hace poco y pienso que es muy útil.
Sat Nam