Te preparas para un viaje, sabes dónde vas a ir, el transporte que te va a llevar, quizá mires antes por Internet qué sitios vas a ver, miras las fotos, te sitúas, te haces una idea.
Cuando vas a un Tantra no puedes prepararte para lo que va a ser, puedes comer mejor esa semana, puedes meditar más o hacer más yoga para estar mejor física y mentalmente, pero no puedes saber cómo te vas a sentir, qué vas a sentir. No puedes saber qué puertas de tu mente vas a abrir. Tu pareja ayuda, y en este Tantra ha sido pieza esencial, gracias Mari por tu entrega, también ayuda la energía general que se crea durante el Tantra, (piensa que son 200 personas con la misma divina y pura intención), pero tu trabajo personal también cuenta. Hasta aquí indico los factores que yo ya había experimentado en otros “Tantras”, la sorpresa de éste fue que durante la primera meditación (y en otras posteriores) nos acompañaba la voz de Yogui Bhajan, genial, elevador, lo sentías más cerca todavía, siempre está ahí, quizá no lo sientas, pero siempre nos ayuda en nuestras prácticas de yoga, y en ésta más. Otra sorpresa es que desde el primer minuto la meditación fue realmente profunda, ni un pensamiento me vino a la cabeza, nada, totalmente enfocado en los ojos de mi compañera, no juzgo, no interpreto, no hago caso de nada externo, no existe nada más que la postura, el mantra, la proyección, y los ojos de tu pareja, pocas veces lo había conseguido antes. Durante la segunda meditación, a mitad, una chica sentada en la fila de enfrente, lloraba, se escuchaba su llanto en toda la sala, yo la animaba mentalmente a soltar “sigue, suelta toda esa porquería mental que te sobra, no te hace falta, libérate”, creo que consiguió mucho porque siguió con sus meditaciones ya mucho más tranquila. En el descanso lo hablaba con mi compañera Mari y otra chica que se sentó justo al lado de nosotros durante el Tantra, y les decía que me encantaría algún día llegar a meditar tan profundamente que también pudiera llorar y también desprenderme de emociones retenidas, aunque no las siento, sé que están ahí, acechando detrás de la puerta. El Universo, alguien, algo, algún alma me oyó. Tercera meditación, cógete de los codos de tu pareja, y canta el Mool Mantra, a viva voz, todo lo que puedas, 31 minutos, tengo poco que contarte, lo que se vivió allí no se puede explicar con palabras. Ojo, allí no había 200 personas cantando el Mool Mantra, éramos 200 almas vibrando en Mool Mantra. Yo no suelo llorar, casi nunca, pero en esos momentos sí, di rienda suelta a la emoción que sentía por semejante vibración y mientras tanto daba gracias por las lágrimas que limpiaban mis mejillas, mi cara… y mi subconsciente. Desde aquí doy las gracias, millones de gracias, a toda la gente que lo hizo posible, por cantar desde su corazón, por compartir su vibración y su amor. Durante el resto del Tantra la emoción siguió rodeándome y cuando ella lo creía conveniente provocaba alguna que otra suelta de energía.
Después de comer seguimos con cuatro meditaciones más, físicamente lo lleve peor, pero en un momento te vuelves a centrar en la meditación, en el interior de los ojos de tu compañera, y olvidar el dolor de rodillas, “no pestañees, no te salgas de tu postura, no hay nada mejor que puedas hacer ahora que no sea proyectarte a ti mismo en los ojos de tu compañera, ¡¡¡ mantente !!!”.
Al final del Tantra me invadió una enorme tristeza de que aquello terminara, quería seguir, seguir creciendo. Agradeces a tu compañera el trabajo, la entrega, la proyección. También saludé y agradecí a aquella chica que lloraba durante la segunda meditación que ella fuera, quizá, la que me abriera las puertas de lo que sentí. Vamos a entrar en la Era de Acuario, la información esta disponible, todo se comparte, pero aunque lo compartas todo y te venga fácil tienes que agradecer a la fuente de todo aquello que te llega, todo. Con todo mi amor, GRACIAS. GRACIAS a todas las personas que han hecho posible este Tantra, a todos los monitores, a la facilitadora del Tantra, a Yogui Bhajan, a todos los que participamos, a mi amigo y profesor Rafa, a mis formadores Devta y Sarabjit, a mi compañera Mari, a mis alumnas/os, a mi mujer Eva, a mi hija Alba, GRACIAS. Que el eterno sol os ilumine y la luz pura interior guíe vuestro camino.
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